Y empezamos a pensar en el futuro, que hasta el momento lo habíamos tenido en mente, pero el presente empieza a tener casi menos peso que el futuro. Y nos planteamos… ¿Qué voy a hacer cuándo nos incorporemos a trabajar? ¿lo dejo con los abuelos? ¿lo apuntamos a la guardería (y a qué guardería! Empieza entonces la peregrinación de visita de escuelas
infantiles)?¿O mejor nos cogemos una excedencia y que se quede en casa con nosotros? Y todos estos pensamientos, llevan implícito echar números porque si aunque quiera cogerme una excedencia, la economía familiar no me lo permite, tendré que valorar otras opciones….
Y llegan los tres años…y empieza la búsqueda de colegio…¿En el barrio?¿Con servicio de autobús? ¿Educación pública o privada?¿Centro religioso o bilingüe? Y de nuevo…hay que echar números: ¿tiene matinera?¿servicio de comedor? ¿existe banco de libros?
Y con la llegada al cole…las extraescolares…las escuelas de vacaciones…Y de nuevo…toca coger la calculadora y revisar.
Y es que desde que el niño llega a nuestro mundo, comienza una empresa familiar. No nos engañemos….los niños son adorables, son nuestros futuro y son un “agujero negro”, en el que metes y metes dinero…y se lo “chupa todo” (aunque sea el mejor dinero invertido de nuestras vidas y vayamos a trabajar sin descanso para poder alimentar ésta, nuestra nueva empresa familiar).
Pero, ¿nos hemos planteado que será de toda esta empresa, que económicamente sustentamos , si se reducen nuestros ingresos, por una reducción de empresa, un paro, o porque alguno de los “socios de la empresa” no podamos volver a trabajar, o lo que es peor, fallezcamos?. Porque todos tenemos claro (y si no, nuestra entidad bancaria ya nos lo hará ver), que si tenemos una hipoteca, “debemos” tener un seguro de vida. Pero, no tenemos “banco” que nos haga ver “nuestra otra hipoteca”, que además, será la que nos dará más satisfacciones. Y qué “dolor de corazón” nos dará si en el futuro, no podemos pagar a
nuestro hijo que tanto se esforzó por llegar a la universidad, la carrera y el posterior master, por no haber hecho una previsión. O tendremos que pedir un crédito para poder pagar a nuestra criatura la corrección dental de los dientes, o esos estudios en el extranjero para poder mejorar el segundo idioma.
¿Y cómo podemos prevenir ese endeudamiento? Con previsión, con la misma que valoramos qué guardería o qué tipo de educación será mejor para nuestro hijo en el futuro. Debemos valorar qué presupuesto mensual queremos destinar para que esos proyectos, se conviertan en realidad sea la que sea nuestra situación económica en el momento de materializarse, e igual que no se trunquen los planes, por el fallecimiento de alguno de nosotros. Que bastante duro, es superar la pérdida de un familiar, como para ver que además eso supondrá renunciar a aquello que teníamos previsto para ellos.
En resumen: haz números , ajusta tu presupuesto y busca un sistema de ahorro sistemático. Revisa tu seguro de vida, y compleméntalo si ves que es insuficiente. Recuerda que “el agujero negro” que son los niños, es la empresa que más satisfacciones te dará.