La buena noticia es que no es imposible y estudios recientes indican que la aceptación a las hortalizas puede aprenderse, pero esto no se logrará sin dedicación, paciencia, perseverancia y constancia.
Para facilitar esta tarea, a continuación ofreceremos 18 consejos para que tus niños las acepten, incluyan y disfruten:
- Enseñe a través del ejemplo. Resulta necesario subrayar la importancia de ser un modelo positivo para los niños. Éstos suelen fijarse en sus padres y emular sus comportamientos alimentarios por lo que si los padres no consumen frutas y hortalizas con regularidad y el niño no los ve disfrutarlos, será más difícil que los acepte.
- El proceso para promover la aceptación de este grupo de alimentos puede iniciarse desde el nacimiento a través de la leche materna, ya que si la madre consume diferentes hortalizas el sabor de la leche materna varía y esto hace más probable que el niño acepte más hortalizas al iniciar la alimentación complementaria.
- Incluya al niño en el proceso de compra y preparación de los alimentos. Acudan juntos al mercado y anímelo a elegir una hortaliza que quiera preparar y probar. Permítale lavarlo, ayúdele a pelarlo o cortarlo, permítale elegir el método de cocción entre vapor, rostizado, crudo, etc., y sazónenlo juntos.
- Incluya hortalizas en sus comidas preferidas. Puede ocurrir que algunos niños acepten más hortalizas si forman parte de una de sus comidas favoritas como podría serlo el agregar pimiento, champiñones, tomate, cebolla, etc. a una pizza o preparar una salsa de pasta con vegetales como calabacín, cebolla y tomate, o preparar tortitas con zanahoria, espinacas o remolacha para desayunar.
- Ofrezca los vegetales en zumos, batidos y helados con los cuales el niño podrá merendar.
- Siempre coloque hortalizas a la vista y sírvalas en preparaciones provocativas. Si una noche prepara un bocadillo para la cena, coloque un plato con ensalada, si prepara tortilla de patata coloque un plato con palitos de zanahoria y apio, entre otras opciones. Este grupo nunca debe faltar en la mesa.
- Utilice la creatividad a la hora de preparar los platos. Algunos trucos como utilizar cortadores de galletas para ofrecer formas divertidas, cortarlos en tiritas para hacer figuras o llamar a los brócolis “arbolitos”, pueden resultar útiles y animar al niño a probar estos alimentos. Las preparaciones en tamaños “mini” también pueden contribuir para hacer el proceso más divertido. Mientras más divertido sea, despertará más interés y existirá mayor posibilidad de que los acepte.
- No haga de este tema una eterna pelea. El obligar a comer influye sobre el comportamiento alimentario presente y futuro, por lo que esta situación de confrontación podría crear mayor rechazo en el niño y reforzar su negación a consumir hortalizas.
- Ofrezca una hortaliza nueva junto a una que ya conoce y acepta. Además se recomienda que ofrezca una hortaliza nueva por vez para no abrumar al niño con distintos sabores y texturas.
- No se rinda. Puede que tenga que ofrecer un alimento una decena de veces antes de que el niño lo acepte y estudios demuestran que la mayoría termina aceptándolo y disfrutándolo. No dé por hecho que si algún día no le gustó algún alimento se debe a que no le gusta y siga ofreciéndolo en distintas preparaciones.
- Aproveche las “buenas influencias” que pueden ejercer otros niños del entorno. Si el niño tiene algún amigo que disfruta probar nuevos alimentos y comer hortalizas, invítelo a cenar y sírvalas en la cena. Con esta simple acción se puede animar al niño a que pruebe las hortalizas como su amigo y podrá mostrarse más dispuesto a probarlas.
- Rostícelas. Los niños pueden rechazar algunas hortalizas porque su textura es suave o su sabor les resulta fuerte. El rostizado los dejará crujientes por fuera y suaves por dentro, suavizando también la intensidad del sabor.
- Ofrezca hortalizas como meriendas y acompáñelos con salsas como humus o salsa de yogurt. Córtelas en palitos para que se diviertan agregándoles las salsas y comiéndolos sin cubiertos
- Tenga hortalizas listas para ofrecer al niño en cualquier momento. Si están siempre disponibles, será más probable que los consuma. Ponga a su alcance recipientes con zanahorias en palitos o rodajas, brócoli, coliflor, tomates cherry, entre otros, mientras prepara la comida para que si su hijo tiene hambre y quiere algo de picar, elija las hortalizas. De igual manera, coloque recipientes con este tipo de hortalizas en la nevera por si el niño, ya mayor, se acerca en busca de algo que comer.
- Inclúyalas en preparaciones horneadas tales como tarta de calabaza, cupcakes de zanahoria o de calabacín, brownies con puré de espinaca, etc.
- Pruebe la regla de “un bocadito”. Muchos niños que han rechazado alimentos inicialmente, tras las 8-10 exposiciones empiezan a aceptarlos más. Esta regla consiste en pedirle al niño que pruebe un bocadito de la hortaliza, aunque luego deje el resto si no desea comer más. Esto hace que dicha hortaliza resulte más familiar con el paso de los días y motiva a muchos niños a comérsela.
- Recuerde que la comida también “entra por los ojos” y que será mejor aceptada si estimulamos la vista con distintos colores, el olfato con un olor agradable y el gusto con un sabor delicioso. Ofrezca hortalizas de diversos colores ya que además de aportar distintas vitaminas y minerales también resultaran más atractivos, cuide la presentación y sazónelos (puede utilizar unas gotitas de aceite y/o de limón).
- Enseñe al niño jardinería. Los niños que se involucran más en el proceso de selección de alimentos y en su procesamiento muestran mayor disposición a probarlos, es por esto que si se les ayuda a sembrar alguna planta de tomates o de hierbas aromáticas o de algún vegetal, luego los probarán sin poner resistencia y esto podrá permitir que prueben otras hortalizas también.
A pesar del tiempo y del esfuerzo que puede requerirse para que el niño acepte este grupo de alimentos, las ventajas que aportará el consumirlos harán que todo valga la pena.
Finalmente es necesario recordar que los hábitos que se instauran en la infancia acompañarán a los niños hasta la vida adulta y que rendirse no es una opción cuando se trata de protegerlos ante el desarrollo de enfermedades crónicas y dotarlos de herramientas para que lleven una vida saludable y se conviertan en los adultos sanos y felices que esperamos que sean.
Por MELISA GÓMEZ
Dietista-nutricionista, especialista en nutrición clínica en pediatría, asesora de lactancia y madre de Olivia y Julieta.
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