PRÓXIMA EDICIÓN INVIERNO 21 DE DICIEMBRE

Flores, abejas y miel. Protejamos la primavera

La primavera es la estación del año en la que vuelve el buen tiempo, el sol, las temperaturas más templadas y la naturaleza se prepara para perpetuarse. Sí, sí, ¡hablamos de sexo!

Solo hace falta salir al campo a disfrutar del paisaje repleto de flores e insectos para percibir que algo está pasando.

Delante de nuestros ojos tiene lugar un ritual esencial para la pervivencia de las plantas y demás seres vivos.

Hoy hablaremos de flores y polinización. Una de Biología.

Tanto las plantas más humildes como los árboles más majestuosos sacan su artillería pesada en primavera. Despliegan todos sus encantos, engalanándose con flores de múltiples colores, de formas y tamaños diversos. Agitan sus ramas tiernas con la brisa y emiten intensos aromas que incluso son la base de nuestros perfumes favoritos. La naturaleza hace lo mismo que hacemos los humanos al fin y al cabo, porque todos formamos parte del mismo ecosistema. Vamos a lucir palmito con nuestras mejores galas si queremos tener éxito en la reproducción. La primavera, la sangre altera.

Las flores son la forma que tienen las plantas de exhibirse para atraer a una compañía fundamental en su tarea de reproducción: los animales polinizadores. Sus llamativos colores y formas llaman la atención de diversos bichitos que se pasean de flor en flor. Picaflores, vamos, de ahí la expresión en castellano. Quizás, el animal polinizador más llamativo sea el colibrí, que con su vuelo acrobático y su fino pico es capaz de alimentarse del néctar de muchas flores tropicales y llevarse el polen pegado a su testa y sus plumas, intercambiándolo así con otras flores.

Las abejas son los insectos polinizadores por excelencia de las flores y son cruciales en la producción de frutos y semillas, asegurando así la reproducción en el reino vegetal. Sin darse cuenta, las abejas se llevan pegados a su cuerpo y a sus patas los granos de polen que reparten entre las flores, participando en la polinización y por tanto en la reproducción de las plantas. Por eso son tan importantes, porque la mayoría de las frutas y verduras de las que nos alimentamos necesitan a las abejas para producir semillas y reproducirse. 

Las abejas comunes son insectos sociales que viven en grupos llamados colmenas. En estas comunidades hay un reparto jerárquico del trabajo y las funciones. Las hembras infértiles se denominan obreras, son abejas pequeñas que realizan todas las funciones en la colmena, limpian, ventilan, fabrican cera para los panales y cuidan de las larvas. La única hembra fértil de la comunidad es la abeja reina, es de mayor tamaño y es la encargada de poner los huevos y asegurar la perpetuación de la colmena.

Los zánganos son las abejas macho de la colmena. Son grandotes y no pican, carecen de aguijón. Tampoco segregan olores, así que siempre entran de incógnito en colmenas ajenas. Esperan pacientes en su reposadero a que llegue su día y puedan fecundar a la abeja reina de la colmena en un éxtasis nupcial en pleno vuelo. 


OBRERA                REINA               ZÁNGANO

Hay miles de especies distintas de abejas en el mundo, pero sin duda nuestra preferida es la abeja melífera. Producen la miel a partir de la salivación y digestión del néctar que las flores les dan como dulce recompensa por participar en el intercambio de polen. La miel es un alimento para la humanidad, un condimento y un producto medicinal. Dependiendo del tipo de flores que las abejas hayan visitado en sus vuelos de coqueteo, la miel provendrá de diferentes especies vegetales y se diferenciará en su color, sabor y aroma, como por ejemplo la miel de romero o la de azahar. 

La miel se utiliza como edulcorante natural desde la antigüedad porque en su composición hay un 80% de hidratos de carbono, la mayoría son azúcares de absorción rápida entre los que predominan la fructosa y la glucosa. Pero además, la miel puede contener componentes beneficiosos para la salud como sustancias que previenen las infecciones o compuestos antioxidantes. Los compuestos antioxidantes pueden contrarrestar el efecto que el estrés de nuestra vida diaria produce en nuestro organismo. Por eso se recomienda consumirla como parte de una dieta saludable, y también puede formar parte de diversos tratamientos cosméticos, como exfoliante, nutriente y antioxidante. Existe una relación entre el color oscuro de algunas mieles naturales y su contenido en antioxidantes, concretamente flavonoides. Así que se podría decir que algunas mieles oscuras son las mejores.

Las abejas son muy importantes, como ya sabemos, y necesitan de nuestro cuidado porque algunos pesticidas usados en la agricultura actual, junto a otros factores, están disminuyendo su población. La próxima vez que veas u oigas el zumbido de una abeja piensa en ella como en una amiga y aliada, que te ayuda a comer mejor. Debemos cuidar a las abejas para proteger nuestra primavera. 

El 20 de mayo, la ONU declaró el día mundial de las abejas y otros polinizadores. Curioso todo, ¿no?

Acabamos con un micropoema con ciencia:

Polinízame, anda… Deja que florezca mi dulzor y se enrede en tus fuertes patas. Líbame, y después hacemos el zángano hasta mañana.

 

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