Llegar a la gruta es muy sencillo ya que está ubicada dentro de la misma localidad de La Vall d’Uixó. De hecho tanto el parking público como la oficina de turismo se encuentran justo al lado de la entrada de las Cuevas de San José por lo que no hay pérdida alguna. Es aconsejable adquirir los tickets por internet a través de la página web de las cuevas, y además con algo de tiempo ya que tienen una demanda considerable.
El Corazón de la Tierra
La experiencia es bastante efímera, apenas tres cuartos de hora desde el inicio hasta la salida de la cueva por lo que hay que exprimirla al máximo. Aunque no se sabe con exactitud el origen del río de la Vall d’Uixó, las pinturas rupestres que hay en la entrada de la cueva no han pasado desapercibidas para la Unesco, que las incluyó dentro del Patrimonio de la Humanidad en el año 1998. Estas pinturas, de carácter esquemático, han dejado cierta evidencia de que la gruta fue de algún modo habitada por el hombre hace aproximadamente 17.000 años.
Disfruta de la aventura de tu vida
El recorrido por la gruta se realiza en una barca que tiene capacidad para unas diez personas y comienza desde el embarcadero que hay al lado de la entrada. Se sabe que los íberos y posteriormente los romanos ya eran conocedores del recorrido insólito del río San José pero no sería hasta mediados del siglo XX (y con ayuda de unas buenas dosis de dinamita) cuando se descubriera que la parte explorada del río tan solo era un trozo bien pequeño de su recorrido y que la gruta daba mucho más de sí.
Hoy en día no se puede recorrer la totalidad de la gruta descubierta, sino que tan solo está disponible una parte de la misma. Desde el embarcadero, la ruta por el río subterráneo se alarga por poco más de un kilómetro, siendo el 80% del trayecto completamente navegable. La primera parada se realiza en la que se ha bautizado como la Sala de los Murciélagos, ya que antes de la explotación de la galería cientos de murciélagos encontraban en las estalactitas de la bóveda un placentero hogar.
El contraste de colores te trasladará a una dimensión totalmente paralela al mundo terrenal, fusionándose el verde turquesa con el esmeralda en el agua y reflejando el tono ocre y arcilloso de las paredes de caliza. Las estalactitas abrazan estas paredes provocando una estremecedora ilusión óptica, dando la sensación de que son de goma y no de una piedra que se ha formado por gotas de agua que han ido cayendo durante miles de años en el mismo sitio.
La vegetación subacuática es la causante de este curioso fenómeno que se repite en las diferentes estancias por las que pasa la barca, más aún cuando se llega al Lago Diana.Además se ha iluminado la gruta artificialmente para crear en la mente una sensación casi onírica conforme se va avanzando hasta el llamado Lago Azul, donde las aguas se oscurecen debido a que se alcanza el punto de mayor profundidad (12 metros).
En este punto se encuentra el embarcadero desde donde parten los 255 metros de la cueva que hay que recorrer a pie. En este tramo de la expedición se encuentra uno de los puntos más espectaculares de la aventura, la Cascada de la Flor. Recibe este nombre por el juego de luces y sombras que los rayos del sol regalan sobre las paredes de la cueva, emulando los pétalos de una flor abierta. Además, el guía te contará que cuando llueve el agua penetra por los agujeros por los que entra la luz y cae por todos lados describiendo una obra de arte en movimiento.
La última parada se encuentra en la bóveda de la Catedral, que es como se conoce a la sala final. Hay que volver de nuevo al barco y prepararse para ver un espectáculo increíble de estalactitas que se agrupan en formas muy curiosas. La más famosa es la de la Medusa,de la que se pueden apreciar desde la cabeza hasta los tentáculos como si estuvieran esculpidos en la roca. Y aunque aquí se termina la visita, aún hay más túnel por delante aunque no se puede visitar.
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– La visita a las cuevas de la Vall d’Uixó tiene una duración aproximada de 45 minutos.
– Temperatura constante de 20ºC durante todo el año.
– Pinturas y grabados declarados por la UNESCO.
– Cueva iluminada con luces led que ayudan a su conservación y previenen el mal verde.
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