La odisea de Carmen y Paco a punto de ser padres
Carmen y Paco están a punto de dar a luz. Y, como padres primerizos que son, están llenos de dudas. Quieren hacerlo bien. Muy bien. Es la mayor responsabilidad que han tenido en sus vidas y les preocupa. Y, claro, al verles así, todo el mundo en la familia comienza a darles consejos e indicaciones. Se hayan pedido o no.
Uno de los debates gira en torno a la bebida para el niño. Unos dicen que el bebé ha de estar hidratado, otro que solo ha de beber leche, otros que dicen que el agua del grifo está genial porque tiene cloro, otro que es mejor de botella, que si toda la vida se ha hecho así o asá, que si yo tengo razón y tú no, etc. Y por si no era suficiente, aparece el cuñao y dice que mejor hervir el agua y mezclarla con zumos de frutas.
Lo peor de todo es que ni Carmen ni Paco tienen ni idea. Ambos fueron hijos únicos, sin hermanos, y no tienen experiencia. Menos mal que encontraron este artículo y se aclararon 😉
¿Cuándo hay que darle agua al bebé?
Los recién nacidos están compuestos por un 70% – 80% de agua. Y dado que la leche materna tiene hasta un 88% de agua, es más que suficiente para mantener esa hidratación y los nutrientes que necesita el bebé. Sobre todo durante los primeros seis meses de vida. Por tanto, no es necesario que beban agua. Lo que sí es importante es que la madre esté bien hidratada, sobre todo en época estival.
¿Y después de los seis meses? Ahí es cuando se inician los alimentos sólidos, y es cuando conviene ir introduciendo pequeñas cantidades de agua en la dieta del bebé. Siempre a pequeños sorbos junto con la comida, sin forzarlo a beber, con el fin de que se acostumbre a su sabor insípido y la acepte bien. Eso no implica que deje de beber leche materna o de fórmula, la cual debería estar siempre presente en su dieta el primer año de vida.
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¿Qué cantidad de líquido han de beber los bebés?
Instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria no sindican lo siguiente:
- Durante los primeros seis meses de vida, en torno a los 700 ml diarios.
- Entre los 6 y los 12 meses, 800 ml – 1 litro diario.
- Entre los 12 meses y los 2 años, la cifra se eleva a los 1.100 – 1.200 ml diarios.
Conviene tener en cuenta que se requiere una mayor hidratación en determinadas condiciones, como las altas temperaturas o la sequedad en el ambiente, así como cuando el bebé sufre de enfermedades digestivas o fiebre. En estos casos los especialistas suelen recomendar sueros o soluciones de rehidratación para recuperar líquidos y sales, así como optimizar la asimilación del agua. En estos casos, hay que tener mucho cuidado con el agua que empleamos al administrar los sueros, que ha de ser del mismo tipo que emplearemos en zumos de frutas o en biberones.
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¿Qué agua se ha de utilizar en los biberones?
Sobre todo, agua de mineralización muy débil, como la que producen las máquinas de Agua Sansopol, ya que es la mejor para disolver la leche en polvo, puesto que no altera su composición. Y también es la que le conviene beber porque su baja concentración de minerales no sobrecarga sus pequeños riñones. De hecho, es la misma agua que utilizamos de adultos cuando sufrimos de piedras en el riñón. Y su bajo contenido en sodio también ayuda a no retener líquidos ni aumentar la presión arterial.
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¿Son buenos los zumos de frutas para los bebés?
Sí, son buenos siempre que sean frescos y exprimidos en casa. Y por supuesto, sin añadirles azúcar. El problema radica en los zumos industriales están saturados de azúcares, conservantes, colorantes artificiales y son poco nutritivos. De hecho, tampoco son convenientes en la edad adulta.
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¿Es bueno hervir el agua para los bebés?
Esta práctica está pensada para eliminar los posibles microorganismos que pudieran dañar al bebé o para eliminar nitratos. Pero en verdad estamos haciendo más mal que bien. Porque al hervir el agua estamos transformando los nitratos en nitritos y concentrando los minerales y metales pesados, lo cual no es nada positivo para el bebé.
Lo mismo ocurre con el agua del grifo. En España está controlada y es potable gracias a que se le añade cloro, y ese cloro ni tiene buen sabor ni es recomendable para bebés. Además, en gran parte de la península nos encontramos con una agua muy dura, llena de carbonato de calcio y magnesio (cal), que puede producir piedras en el riñón. Es fácil encontrarnos con un residuo seco superior a 500 PPM. Una mala opción para que el bebé comience a familiarizarse con la ingesta de agua.
Más información en www.sansopol.com
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