Navidad consciente
Cultivando la gratitud
La gratitud es una habilidad emocional fundamental que ayuda a los niños a reconocer y valorar lo que tienen, permitiéndoles enfocarse en lo realmente importante. Enseñarles a ser agradecidos no se limita a decir «gracias», sino que implica aprender a apreciar los momentos cotidianos y los gestos que forman parte de sus vidas. Aunque la gratitud puede cultivarse durante todo el año, esta temporada brinda un contexto ideal para reforzar este hábito, contrarrestando el enfoque en lo material.
Durante el año, una excelente manera de fomentar la gratitud es crear el hábito de una «lista de agradecimientos» diaria o semanal. Esta práctica invita a los niños a reflexionar sobre los aspectos positivos de su día a día, promoviendo una mentalidad de aprecio constante.
Ejemplo práctico para niños: Antes de acostarse, tómate unos minutos para sentarte con tu hijo y pídele que piense en tres momentos del día que le hayan hecho sentir feliz o agradecido, como jugar con un amigo, decorar el árbol de Navidad o disfrutar de una comida especial en familia. Escribir o dibujar estas experiencias en un diario de gratitud ayuda a consolidar esta práctica, creando un espacio para la reflexión positiva.
Ejemplo práctico para las familias: Durante las cenas navideñas o reuniones familiares, organiza una «noche de gratitud compartida». Invita a cada miembro a contar una experiencia positiva de la semana, alternando momentos de escucha activa y expresión personal. Este ritual no solo fomenta la gratitud, sino que fortalece los lazos familiares y promueve un ambiente de conexión y aprecio mutuo.
Promoviendo la generosidad
La Navidad brinda una oportunidad excepcional para que los niños aprendan sobre la generosidad. Mientras disfrutan de los regalos, es esencial que comprendan el valor de dar, no solo en términos materiales, sino también a través de actos de bondad y empatía hacia los demás. Involucrar a los niños en gestos generosos les permite desarrollar su capacidad de empatía y reconocer las necesidades de quienes les rodean, lo que es fundamental para su crecimiento socioemocional.
Ejemplo práctico: Organiza un «día de donaciones» en familia. Explícales que muchas personas enfrentan dificultades y que, a través de sus acciones, pueden marcar la diferencia. Anímalos a elegir un juguete o ropa en buen estado para donar a un centro de ayuda local, o a crear tarjetas navideñas personalizadas para vecinos mayores o personas que puedan sentirse solas durante las fiestas. Esta experiencia no solo les enseña a dar sin esperar nada a cambio, sino que también les brinda una valiosa lección sobre la importancia de ayudar a los demás y el impacto positivo que pueden tener en la vida de otros.
Regalos que enriquecen
Durante la Navidad, a menudo asociamos la felicidad de los niños con la cantidad de regalos que reciben. Sin embargo, la investigación en psicología sugiere que recibir numerosos obsequios puede llevar a una valoración superficial de los mismos, donde la emoción inicial de abrirlos se diluye rápidamente, y los juguetes se convierten en objetos acumulativos sin un significado duradero. En contraste, los «regalos» emocionales, que fomentan la conexión y la experiencia compartida, tienen un impacto más significativo y positivo en el desarrollo psicoemocional de los niños.
Es esencial contrarrestar el refuerzo material con experiencias que perduren en el tiempo. Momentos como una entrada para un espectáculo, una tarde de manualidades en familia o una excursión a la naturaleza no solo aportan diversión, sino que también contribuyen al desarrollo de habilidades como la paciencia, la creatividad y la empatía. Estos momentos fortalecen el vínculo familiar y crean recuerdos que perduran mucho más allá de la novedad de un juguete.
Ejemplo práctico: Si tu hijo está emocionado por recibir un juguete específico, complementa ese regalo con una experiencia especial. Si recibe un set de arte, por ejemplo, organiza una tarde para pintar juntos y exhibir las creaciones en casa. Así, no solo disfrutarán del objeto, sino también del tiempo de calidad compartido, lo cual es fundamental para su bienestar emocional.
Plenitud a través de la atención plena
El ajetreo navideño puede resultar abrumador para los niños, dado que las emociones intensas, desde la alegría hasta la frustración, pueden desbordarlos si carecen de herramientas adecuadas para gestionarlas. En este contexto, la práctica de mindfulness se convierte en un recurso esencial. La atención plena facilita que los niños habiten el presente, regulen sus emociones y eviten sentirse sobrecargados por las expectativas o la excitación.
Podemos enseñarles a integrar la práctica de mindfulness en momentos cotidianos, como durante la preparación de la decoración navideña o en un paseo por las calles adornadas. Anímalos a ser conscientes de sus sensaciones, así como de lo que perciben a través de sus sentidos, permitiéndoles saborear cada instante sin prisa.
Ejemplo práctico: Antes de abrir los regalos, guía a los niños en un breve ejercicio de respiración profunda. Invítalos a cerrar los ojos, inhalar lentamente y concentrarse en las sensaciones corporales. Posteriormente, pídeles que reflexionen sobre sus emociones al abrir el regalo y las expectativas que les genera. Este ejercicio no solo contribuye a reducir la ansiedad, sino que también les permite experimentar con mayor plenitud el momento presente.
Lic. Phil. Isabel Cabrera
Psicóloga Psicoterapeuta en modalidad infanto-juvenil
Nº de colegiada: CV17319
Terapias en español, inglés, alemán e italiano
Página web: https://isabelcabrera.com/
Instagram: icapsy.byisabelcabrera
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